Si me veo desde la burbuja, me veo como a una persona molesta con la vida, enojada, que no sabe lo que siente y que está resentida. O que mi otro yo, el que está fuera, hizo algo mal y no sabe qué es ese algo, por lo que no le es posible cambiarlo.
Lo mejor de este ejercicio fue que me di cuenta de algo: tengo que cambiar. Lo necesito, por mí y por los que me rodean. Además me es necesario para ser una mejor persona.
Mi auto motivación para decidir cambiar de actitud fue la empatía: a mí no me gustaría que me hicieran lo mismo que yo hago con cierto tipo de personas. A mí me gusta que si algo les molesta de mí, me lo digan; quizá no para cambar, si no para saber qué es lo que estoy haciendo mal y por qué. Además, porque no me gusta tener que estar molesta con alguien por algo que quizá esa persona no alcanza a percibir, y tal vez pueda ayudarle a cambiar hablándole con sinceridad de sus errores.
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